La Pantalla Silenciosa #5

Napoleón (1927) BSO por Arthur Honegger

El asesinato del duque de Guisa (1908) BSO por Camille Saint-Saëns

Título original: L’assassinat du duc de Guise. Año: 1908. Duración: 15 minutos (300 metros). País: Francia. Director: Charles Le Bargy (dirección de actores) y André Calmettes (puesta en escena) . Guión: Henri Lavedan. Producción: Film d’art. Decorados: Émile Bertin. Música: Camille Saint-Saëns. Interpétes: Charles Le Bargy (Enrique III), Albert Lambert (el duque de Guisa), Gabrielle Robinne (la marquesa), Berthe Bovy. Género: drama / histórico / siglo XVI / cine mudo / orígenes del cine / cortometraje.

En 1908 las pantallas francesas son invadidas por farsas groseras y por melodramas edulcorados… que hacen las delicias del público popular. La elite le hace ascos a ese «divertimento de idiotas». Ansiosos por «elevar el nivel del cinematógrafo», y aumentar su público, unos editores industriosos, los hermanos Lafitte, crean la Société du Film d’art. Apelan a artistas de teatro y a los «grandes temas». Otras firmas los imitarán, notablemente la Société cinématographique des auteurs et gens de lettres (SCAGI) de Pierre Decourcelle.

Film-manifiesto, El asesino del duque de Guisa reunió en sus títulos de crédito los nombres de un académico (Henri Lavedan), de actores del Français y de un compositor de renombre (Camille Saint-Saëns), encargado de componer una partitura original, algo que no se había visto hasta entonces. En el plano técnico, el film no carece de cualidades. Su influencia fue sobre todo sensible en el extranjero: Griffith y Dreyer, entre otros, encontraron allí las primicias de una nueva dramaturgia.

El Film d’art continuó sus actividades hasta 1920, bajo el impulso de Louis Nalpas. Sarah Bernhardt rodará allí La dama de las camelias (1912), y también allí debutará Abel Gance. Louis Delluc ha rendido homenaje a sus promotores en los siguientes términos: «Haber comprendido antes que nadie en Francia que el cine era o sería un arte constituye un egregio título de gloria». «El asesino del duque de Guisa marca el fin del período feriante del cine; concreta el divorcio entre los pioneros y los maestros de la industria» (Henri Langlois).

El Servicio de archivos del cine restauró en 1980 la versión original teñida del film, agregándole la música de Saint-Saëns. Presentado en el Palais des Arts en París, en presencia de Gabrielle Robinne, el film volvió a anotarse un éxito.


Napoleón (1927) BSO por Arthur Honegger

Pocas obras artísticas han escapado al control de su creador tanto como el «Napoleon» de Abel Gance. Desde el instante en que concibió la idea de rodar una vida del emperador, Gance no cesaría de debatirla interiormente, introduciendo constantes cambios, sin darla jamás por terminada, y llegando incluso a destruir algunas de sus secuencias en un momento de desesperación.

Los avatares sufridos por «Napoleon vu par Abel Glance» serían interminables. La primera versión, estrenada el 7 de abril de 1927 en la Ópera de París, tenía 28 rollos. Sólo se exhibiría completa en ocho ciudades europeas, sin que actualmente exista ninguna copia completa. Para su explotación en circuitos comerciales, Gance tuvo que reducirla a poco más de la mitad. MGM compró la película para distribuirla en América y la dejó en solo ocho rollos. En Europa, su metraje también sufrió diferentes destrozos. Después, en 1934 se planteó una primera versión con diálogos y sonido estereofónico, con una duración de 130 minutos, para la cual rodó un prólogo y nuevas escenas habladas. Veintiún años después, volvió a retomar la película cambiando su título por el de «Napoleón Bonaparte», e incluyendo las secuencias finales con triple pantalla. En 1971, con el apoyo económico de Claude Lelouch, remontó «Napoleon vu par Abel Gance» con una duración de 275 minutos, incluyendo una introducción en color.

La copia muda conservada por la Cinemateca Francesa, con 17 rollos, contenía varias escenas con planos repetidos. Francis Ford Coppola distribuyó en los ochenta una versión de casi 230 minutos, con música de Carmine Coppola. La reconstrucción más completa se debe al historiador británico Kevin Brownlow, por encargo del National Film Archive de Londres con 250 minutos de duración.

Es una película fascinante de principio a fin. La riqueza de sus imágenes, su capacidad de sugerencia poética, el ritmo cambiante con que envuelve y arrastra al espectador sin que su interés decaiga un solo instante, hacen de ella una obra singular. Pero, además contiene avances técnicos significativos. Desde su fotografía subjetiva, hasta la polyvision o triple proyección sobre una pantalla panorámica.