Miles Davis y Basquiat, más allá de sus fallos y defectos, se pueden considerar paradigmáticas de la situación del mundo del arte en la década de 1980. Lo que más influyó no fue la estética, sino su forma de concebir el arte a través de su denuncia y afán creador. Hemos crecido gracias a sus vidas artísticas y la magnitud de sus logros. Una cosa que distinguió a Miles fue su manera de desarrollarse como músico: él no deseaba repetirse a sí mismo y sólo grababa cuando tenía algo novedoso que decir. Miles siempre ha mantenido es jazz muy reciente y tal vez la hazaña más grande haya sido imponer en ese género sus propios valores artísticos: una inteligencia infatigable, una gran valentía, integridad, honestidad y un constante espíritu de búsqueda siempre en persecución del arte, sin caer jamás en la experimentación por la experimentación misma.
Basquiat y su inmisericordes pinturas, dejaban su rastro enigmático y divertido en plena expansión del arte popular. Basquiat sentía especial admiración por el jazz, entre los que destacaban Charlie Parker y el propio Miles. La obra “Charles the First” de 1982, y, Discography I y Discography II, ambas realizadas en 1983, son fiel testimonio que Basquiat sintió autentica veneración por el jazz hasta su muerte. Basquiat escribió en Charles the First las palabras: “La mayoría de los reyes jóvenes son decapitados”, lo que resulta sintomático en que todos sus reyes son mártires, víctimas de la marginación social o de un estilo de vida desenfrenado e irreverente.