La Pantalla Silenciosa #2

El acorazado Potemkin (1925) BSO por Edmund Miesel

Bronenonsets Potyomkin (El acorazado Potemkin, Rusia, 1925) 65’ B/N. Producción: Goskino. Dirección de Sergei M. Einsenstein. Guión: Sergei M. Einsenstein, Nina Agadhanova-Shutko. Fotografía de Eduard Tisse, V. Popov. Música de Edmund Meisel. Intérpretes: Antonov, Alexondrov, Vladimir Barksy, Levshin, Gomarov, Strauch.

«A veces resulta extraño que en las cuestiones de prácticas en el filme sonoro yo parezca ser el último en llegar a la meta. En el tiempo de su inauguración era el más joven de todos los directores y ahora parezco el último en tomar parte en el trabajo. Pero examinándolo mejor se ve que no es así. Mi primer trabajo sobre filme sonoro fue en 1926 y en conexión (¡otra vez!) con Potemkin.

Potemkin, al menos en su circulación por el extranjero, tenía una partitura escrita expresamente por el compositor Edmund Meisel, el cual había escrito música para otros filmes mudos. Esto no tenía nada de particular, ya que son muchos los filmes mudos que tienen especiales partituras, así como también había sido usada la música para la filmación de algunas películas; por ejemplo. Ludwig Berge había filmado Ein Walzertraum sobre música de Strauss.

Pero el modo en que se compuso la partitura de Potemkin ya no fue tan usual, pues fue escrita tal como trabajamos ahora en el cine sonoro o, mejor dicho, como deberíamos trabajar siempre, en creadora amistad y amistosa colaboración creadora entre el compositor y el director. Así sucedió en Meisel, a pesar del corto tiempo de que dispuso para la composición y de lo breve que fue la visita a Berlín para encontrarme con él. En seguida se mostró conforme en dejar a un lado la función puramente ilustrativa, que era común en el acompañamiento musical de aquel tiempo (y no sólo aquel tiempo), y en dar importancia a ciertos «efectos», particularmente en la «música de máquinas» en la última parte. Mi única petición categórica fue la siguiente: no sólo rechazar la acostumbrada música melódica en el plano de «Encuentro con la escuadra» y confiar solamente en un rítmico sonido repetido de percusión, sino también dar sustancia a esta petición estableciendo en la música, lo mismo que en filme, un cambio a una nueva cualidad en la estructura del sonido en el lugar decisivo.

Así es que Potemkin fue la película que traspasó estilísticamente los límites del «filme mudo con ilustraciones musicales» llegando a una nueva esfera, al filme sonoro, en el cual los verdaderos modelos de esta forma de arte viven en una unidad fundida en imágenes musicales y visuales de la obra de una imagen auditiva-visual a la vez. Se debe exactamente a estos elementos que, anticipándose a las potencialidades de una sustancia interna para la composición de un filme solomo, la secuencia de «Encuentro con la escuadra» (que junto con «Las gradas de Odesa» ha causado un efecto tan transformador en el extranjero) mereciera un lugar destacado en la antología del cine.

Resulta especialmente interesante para mí que la construcción general de Potemkin mantuviera en la música todo lo que llamaba la atención en su patética construcción, la condición de un paso cualitativo, el cual, tal como hemos visto antes, era inseparable del organismo del tema.

El silencioso Potemkin da una lección al filme sonoro, acentuando una y otra vez la posición de que una obra orgánica debe ser impregnada en todos sus significados por una sencilla ley de construcción, y que para no ser algo «fuera del escenario», sino una parte integrante del filme, la música debe ser gobernada también no sólo por las mismas imágenes y temas, sino también por las mismas leyes básicas y principios de construcción que gobiernan el conjunto de la obra.

No tardé en poder realizar esto, en alto grado, en mi primer filme sonoro, Alexander Newsky, y fue posible lograrlo gracias a la colaboración de un artista tan brillante y maravilloso como Sergei Prokofiev (1939)»

Teoría y técnica cinematográficas, de Sergei M. Eisenstein. Publicado por Ediciones Rialp, colección Libros de Cine, Madrid, 2002. Página 231 y 232.

«Edmund Meisel, violinista austríaco de la Orquesta Filarmónica de Berlín, compositor para el Deutsches Theatre con Max Reinhardt y para Prometheus-Film; escribió música para las versiones de distribución en Alemania del Potemkin y de Octubre y para Berlín.»

Sinfonía de una gran ciudad, de Walter Ruttmann, Alemania, 1929.   

«La película fue prohibida en numerosos países, e incluso en algunos se llegó a manipular su montaje para impedir que transmitiera su mensaje revolucionario. El historiador Román Gubern lo contó así: “El distribuidor sueco se encontró con problemas de la censura, que no le autorizaba la película. Como él no quería perder la inversión que había realizado, rehizo el montaje. Ese hombre cogió los planos del fusilamiento, de la represión de los oficiales, y los puso al final, de modo que la rebelión no triunfara. Y así se exhibió El Acorazado Potemkin en Suecia. Circuló como película contrarrevolucionaria, cuya moraleja era que el que se subleva, la palma.”

JOYAS del Cine Mudo, de Vicente Romero. Publicado en Editorial Complutense, Madrid, junio de 1996. Página 211.